MARZO 2010

 

Informe relativo al punto "Avances en la estructura de decisión y ejecución"

 

En estos momentos, al debatir sobre los posibles avances en la estructura de decisión y ejecución en la Universidad de la República, el punto de partida debería centrarse en colocar sobre la mesa una o varias propuestas alternativas sobre el modelo universitario. Esto hace que el debate abarque, necesariamente, los aspectos de forma, estructura académica, gobierno y administración. El segundo aspecto, también indispensable, es propiciar un clima abierto, fraterno y democrático por el que transcurra este debate de ideas. Este largo proceso de discusión y definición tocará e intentará modificar aspectos sensibles a los intereses de muchos sectores y grupos de diferente naturaleza dentro y fuera de la Universidad.

Hay un inicio que nos encuentra unidos: la definición de los fines y cometidos de la Universidad de la República. Al respecto, existe a nuestro entender, un amplio consenso en la comunidad universitaria sobre ideas y conceptos que están establecidos en el art. 2 de la Ley Orgánica. Artículo que por cierto tiene una fuerte inspiración en los ideales de la Reforma de Córdoba y que ya supo recoger nuestro Estatuto Universitario en 1935. Si esto es así, el problema de la transformación universitaria debe dirigirse, por un lado, a la definición de una estructura académica que posibilite en este momento histórico, el cumplimiento con calidad de aquellos cometidos.

Pero además, debemos pensar en una estructura y mecanismos que logren contemplar la voluntad de aumentar y democratizar el acceso a la educación terciaria. El gran objetivo es aumentar la formación superior de nuestros jóvenes, generar condiciones de acceso a la educación terciaria de calidad y ofrecer igualdad de oportunidades para los mismos a la hora de definir su futuro. Esto sólo será posible mediante la diversificación, flexibilización e imbricación de las formaciones curriculares que se ofrezcan así como la necesaria orientación de los estudiantes hacia formaciones (viejas y nuevas) que respondan a las necesidades del desarrollo armónico de nuestra sociedad. El país deberá impulsar una red coordinada de diversas instituciones públicas de enseñanza terciaria, autónomas, cogobernadas y distribuidas geográficamente por el país. La Universidad debería apoyar esa orientación política jugando un papel importante en la construcción de ese proceso cultural y educativo.

En este breve informe nos referiremos a unos pocos temas, que se presentan más bien a vía de ejemplo de la índole de los temas a tratar bajo el rótulo del Punto 5. Por tanto las propuestas no son finales ni la descripción de temas taxativa.

¿Qué cambios impulsamos?

Cualquier modificación legal y jurídica que se proponga en el seno de la Universidad debe estar inspirada en el principio rector de consagrar y ampliar la autonomía. Cualquier modificación del texto legal actual debe contemplar el propio dinamismo que define y caracteriza actualmente a la actividad y el progreso académico. No podemos quedar presos de textos legales, formas o estructuras que sabemos pueden se superadas rápidamente por la realidad. Alcanza con ver lo que sucedió con la propia Ley Orgánica del 58 cuando el Parlamento al contemplar el texto inicial de la Universidad, concebido sobre la más amplia autonomía, terminó imposibilitando la integración al gobierno de la institución de las nuevas Facultades que nacieron en los últimos 15 años. Es por lo tanto necesario impulsar un nuevo texto legal que, consagrado en la más amplia autonomía, se flexible como para permitir procesar constantes modificaciones en la Universidad.

La pregunta que nos debemos hacer es por dónde empezar esta discusión en torno a la transformación universitaria para avanzar en la estructura de decisión y ejecución. No parece que quepa la menor duda. Es por el diseño y concepción de una nueva estructura académica que permita avanzar en el desarrollo y consolidación de la institución y la ponga en carrera en el cumplimiento de los objetivos fundamentales. Insistimos, si la Universidad de la República pretende recorrer decididamente un proceso transformación universitaria debe comenzar por discutir la reforma de su estructura académica. El éxito depende de esto, y de lo contrario, contribuiremos a definir una nueva frustración en la Universidad y el país. Este proceso de cambio puede sea gradual, pero es importante que se desarrolle encauzado y con rumbo cierto.

Por lo que creemos que el debate no sólo debe incursionar por aspectos de forma, de gobierno, o de gestión. En quiénes votan y quiénes no votan y cómo hacer para que voten. Nos debemos preocupar e impulsar modificaciones sobre estos temas y otros de esa índole pues son situaciones de injusticia universitaria. Pero lo significativo pasa por modificar una estructura académica de inicios del siglo XX e inspirada en el modelo napoleónico del siglo XIX! Son varias las reformas y transformaciones que el mundo atravesó en materia política, social, cultural, económica, científica y tecnológica que la estructura universitaria del Uruguay simplemente vio pasar. La Universidad necesita cambiar y el país espera que la Universidad cambie.

¿Qué se quiere cambiar?

En el reciente debate en torno a la elección del Rector se vio la necesidad de generar estructuras académicas de corte horizontal, con el objetivo de romper la estructuración y compartimentación de diseño vertical que hoy imponen las facultades. Por lo que es necesario cuestionar, para nuestra realidad, si la estructura académica de la UdelaR deba basarse exclusivamente en la especialización por área del conocimiento. Se ha insistido mucho sobre la necesaria interacción académica entre profesores de áreas diferentes, del trabajo interdisciplinario, etc., pero no logramos romper ese maleficio y seguimos sin dar respuesta a los principales interrogantes del mundo académico actual y problemas de la sociedad.

Nos debemos preguntar, por ejemplo, si esa estructura alcanza, si es suficiente, para dar respuesta a los grandes temas y problemas que aquejan a nuestra sociedad y para los que la universidad debería tener opinión y pronunciarse de acuerdo a lo establecido en el art. 2. Creemos que no. Deben crearse nuevas estructuras académicas en el seno de la UdelaR tendientes a construir esos puentes entre las distintas áreas del conocimiento. ¿Cómo nos imaginamos esas estructuras? En principio, nos parece que deberían facilitar los mecanismos de interacción académica de todos los que puedan contribuir a abordar y dar respuesta a los problemas que afligen a nuestra sociedad. Estas estructuras, que provisoriamente las llamamos Centros, las imaginamos con el mismo status que el que hoy poseen las Facultades. ¿Esto supone la eliminación de facultades? No. Los centros tendrían entre sus cometidos abordar temas específicos de forma integral y global, con un necesario enfoque multi – interdisciplinario.

Estos Centros deberán tener en su seno un núcleo duro y estable de profesores, un edificio, una infraestructura para funcionar, etc., pero además, se deberán habilitar, facilitar y estimular la condición o figura de la doble dependencia de los docentes de facultades. De esta forma, estas nuevas unidades académicas, concebidas como estructuras esencialmente horizontales, deberán reunir especialistas por temas con la capacidad propositiva para la resolución de los problemas. Algunas universidades latinoamericanas han transitado con éxito por experiencias de este tipo. No se trate de trasladar mecánicamente esas experiencias, se debe pensar en conocer nuestra realidad y de qué manera podemos abordar cambios para mejorar la calidad de nuestra actividad.

En ese sentido, por qué no pensar y discutir sobre la necesidad y la pertinencia de un Centro Universitario de Estudios Regionales. Tendría el objetivo de analizar la situación y perspectivas de la inserción cultural, económica, social y política de nuestro país en la región y el mundo. Que mire al Uruguay y su realidad de una forma global y que asimismo, conozca y evalúe la realidad de nuestro entorno. Una estructura que debería reunir desde historiadores, economistas, sociólogos, juristas y politólogos hasta ingenieros y educadores.

O ¿porqué no estudiar la pertinencia de crear un Centro Universitario de Energía? Que aborde la difícil problemática que atraviesa el país, la región y el mundo desde una óptica amplia, global e integradora, que piense y construya bases estratégicas para el mediano y largo plazo. Y que necesariamente deberá integrar en el análisis a especialistas en las más diversas áreas, y no que cada uno piense por su lado sobre aspectos tecnológicos, o de potencialidad de los recursos existentes, o bajo una visión esencialmente económica o política. A lo largo del debate del año pasado se llegó a proponer la creación de un Centro de Ciencias Ambientales, ¿por qué no?

Estos Centros deberán tener además un alto grado de compromiso con la enseñanza de grado y postgrado, con una gama de ofertas de cursos que deben contemplar los planes de las facultades e instrumentadas a través de un sistema de créditos. Esta puede ser una línea de debate.

Otra debate que no podemos dejar de procesar es en torno a la propia pertinencia de actual estructura de facultades. ¿Todas las que existen deben existir? ¿Falta alguna otra? El debate debe intentar invadir todos los espacios, romper la actual estructura feudal, la lógica del ”no te metas conmigo que yo no opino de tu chacra”. De lo contrario estaremos negando la propia naturaleza cuestionadora y transgresora inherente a nuestra vocación académica. Y lo que es peor aún, favoreciendo la defensa de los aspectos más regresivos del actual status quo. Debemos cuestionarnos y debatir sobre si la actual estructura académica en la que se organizan las ciencias sociales, humanas, jurídicas, exactas y naturales, la tecnología y el arte responden a una visión moderna de la estructura universitaria. Debemos empezar a proponer cambios en ese sentido. Por ejemplo, la experiencia reciente de la división por áreas, consejos de áreas, agrupamientos de áreas, supone un esfuerzo adicional que, en algunos casos, no ve recompensa en concreciones y progresos para muchas facultades. Hay que medirlas a la luz de los resultados concretos, de los avances en sentidos sustantivos.

Sobre el Gobierno de la Institución.

Abordamos este tema con otras certezas: la necesidad de consagrar una amplia Autonomía y el Cogobierno en el modelo de gobierno y administración de la Institución. La experiencia nos dice que la actual integración del CDC debe ser modificada sustancialmente, para hacer de ese organismo el verdadero conductor y orientador de la política universitaria. La reproducción de la estructura de facultades para la integración directa del gobierno de la institución no ha dado los frutos esperados. Creemos que no vale la pena abundar en este punto, es algo de amplio consenso.

Imaginamos un nuevo Consejo Universitario Central cuya mayoría de miembros sean el Rector y representantes de cada uno de los tres órdenes e incluir de una u otra manera representantes de los funcionarios y de la sociedad. Debiera haber un organismo con representantes de las unidades académicas, de funcionamiento más distanciado, que permitiera tratar directamente las opiniones, necesidades, logros de los servicios de la institución.

Las atribuciones, con sendas simplificaciones y delegaciones de asuntos conforme a la ley, serían las mismas que las del actual CDC. Este organismo podría ser electo directamente a través del voto (tal cual se eligen los delegados de los claustros en las Facultades pero a nivel de toda la Universidad) y de la misma forma sería elegido el Rector, junto con el Vicerrector. Este Consejo Universitario Central, para que resulte en organismo dinámico y ágil, debería estar integrado por pocos miembros, decididamente menos que el actual.

Creemos que la estructura de gobierno de las facultades y otras unidades semejantes, debería permanecer sin cambios sustanciales, pensando en introducir la elección directa de los decanos, institucionalizar la figura del vice-decano, ajustar aspectos de integración del cuerpo con relación a los profesores, etc.

Juan Calvo - Roberto Markarian - Gerardo Veroslavsky

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