En la tarde del jueves 3 de julio, una delegación de la Intergremial Universitaria compareció ante la Comisión de Asuntos Laborales y Seguridad Social de la Cámara de Senadores. Participaron Nicolás Marrero (ADUR), Ignacio Morales (FEUU), María Montañez (UTHC) y Nicolás Laesprella (AFFUR), quienes ante los senadores denunciaron la grave situación presupuestal que atraviesa la Universidad de la República.
La delegación puso sobre la mesa cómo la caída de recursos en términos reales, el crecimiento sostenido de la matrícula estudiantil y el deterioro de salarios y condiciones de trabajo están llevando a la Universidad a un punto crítico.
Entre los problemas se señalaron los salarios sumergidos de los docentes y funcionarios y las carreras académicas y funcionariales estancadas, el hacinamiento edilicio, la carencia de recursos para salud mental, la necesidad de políticas de cuidados y expansión de la enseñanza, la tercerización de actividades y la situación del Hospital de Clínicas, que continúa sin ser incorporado al Sistema Nacional Integrado de Salud.
Por ADUR, Nicolás Marrero expuso seis puntos que afectan al gremio docente:
1. Salarios docentes sumergidos: A lo largo de este quinquenio, los salarios docentes han perdido poder de compra. Apenas ahora, hacia el cierre del período, se recuperan los valores de 2019. Pero esto es solo una parte del problema. Hoy, miles de docentes —la mayoría del plantel— reciben salarios indignos. Un grado 1 cobra $22.451 nominales por 20 horas. Un grado 2, $30.754. Hablamos de docentes que enseñan, investigan y sostienen servicios enteros con salarios que no alcanzan para vivir. Esta situación no solo es injusta: atenta contra el futuroacadémico del país.
2. Precarización de la carrera docente: La falta de recursos ha llevado a un estancamiento en la profesionalización del trabajo universitario. El régimen de Dedicación Total, que históricamente ha sido clave para consolidar trayectorias académicas, está hoy desfinanciado. No hay estímulo, ni hay horizonte para quienes deciden dedicar su vida al desarrollo científico y educativo del país.
3. Relación horas docentes/matrícula en mínimos históricos: El crecimiento de la matrícula no ha sido acompañado por una expansión equivalente en la disponibilidad docente. Esto tensiona al máximo el trabajo de los equipos académicos y compromete la calidad de la enseñanza. No hay magia posible: si no hay más horas docentes, no hay más ni mejor educación.
4. Infraestructura colapsada: Desde el fin de la dictadura no se ha realizado una actualización real del presupuesto para mantenimiento, mejoras edilicias y equipamiento. Las condiciones edilicias en muchas facultades son indignas: hacinamiento, deterioro estructural, falta de equipamiento básico. Y mientras tanto, los planes de obras de la Universidad —técnicamente elaborados, validados institucionalmente— duermen por falta de recursos. Reclamamos un inmediato ajuste por inflación para gastos de funcionamiento.
5. Políticas de cuidados y desigualdades de género: Las brechas de género persisten, también en la Universidad. Sin presupuesto específico, no hay políticas de cuidados que puedan sostener condiciones de trabajo más equitativas. No es suficiente con el discurso: se necesitan recursos concretos para avanzar en igualdad.
6. Emergencia en salud mental: La crisis de salud mental no distingue entre trabajadores y estudiantes. Las secuelas de la pandemia, la precariedad, el agobio cotidiano, han instalado una problemática profunda. La Universidad ha elaborado propuestas para atenderla, pero sin presupuesto, esas propuestas no pasan del papel.
La participación en la Comisión de Asuntos Laborales y Seguridad Social se enmarca en una serie de reuniones que tenemos previsto mantener mientras se discute el proyecto de Ley de Presupuesto Quinquenal.
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